Ese hombre...

Si se pudiera escribir sobre ese hombre. Escribir y describirlo bien. Si se pudiese describir a ese hombre caminando en medio de la noche. Si se pudieran describir las diminutas gotas que arrastra la niebla que atraviesa y que le congelan el rostro. Si pudiera dibujar esas manos metidas en los bolsillos de la chaqueta, sudando frío y temblando. Si pudiera mostrarte su corazón bombeando miedos y el cigarro que se graba en su piel. Si tan sólo pudiera escribir sobre ese hombre, que no es sobre quien estas leyendo, ni es aquel que escribe, porque el que escribe siempre es un hombre que se eleva un poco de la tierra. Un hombre que ve de lejos para depurar el dolor, para escribir sobre lo que siente. Entonces no es él el que sufre, sino uno distinto, uno que busca palabras en un océano blanquecino.
Si se pudiera escribir sobre las sensaciones, las ideas, sobre eso que es y que no puede ser descrito y se desperdician mil palabras intentando darle una forma que no le pertenece, porque las palabras no son nada y a nada pertenecen. Si pudiera contar que hay un hombre, ahí afuera, soñando con una piel en la que un día se refugió y añorando unos ojos que ya no brillan por él. Pero nadie sería capaz de comprenderlo ni en lo más mínimo, porque no se puede escribir sobre lo que existe.
Si hubiera alguna forma de aprehender las sensaciones, si hubiera un medio para plasmar la esencia de las cosas, si tan sólo pudiera escribir sobre ese hombre. Ese hombre.
Pero ese hombre se pierde en el contorno de los signos, ese hombre no es ni el blanco del papel ni el negro de la tinta, no está ni en los puntos ni en la palabra que viene a continuación.
Ese hombre se aferra a las palabras como yo lo hago ahora, pero nunca serán suficientes para mantener junto a él eso que no quiere perder, porque, como yo y como cualquier hombre que escribe, está lejos y forma parte de una realidad impalpable para quien lea o escuche.

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