Demonios


Buscando la forma de eliminar mis demonios.

Volverse un hombre

Cuida tus palabras pequeño humano. Cuida tu impetuosa verborrea que no sabe de límites.
Mírate al espejo y busca entre tu carne putrefacta la llama ahogada de tu esencia. Mírate al espejo pequeño humano, corta tu cuerpo en pedazos y limpia tus venas, tus intestinos, limpia cada pliegue de tu cerebro y el hollín de tu corazón. Entonces cómelos para que crezcan puros.
Mírate al espejo pequeño humano y observa atentamente como se desgrana el pensamiento con el que te has identificado toda la vida. Rompe con las cadenas que atan generaciones y siéntete libre de ser tú. Alimenta tu esencia con instinto, con el conocimiento que adquiriste en vidas pasadas. Ayer… ayer cuando la viste por primera vez.
Cuida tus palabras pequeño humano. Porque no significan nada más que temores absurdos, oscuros, profundos y malolientes. Lávalos bien y almidónalos para que así, de tu boca no salgan más que caricias. Y jamás, jamás olvides sus ojos.
Cuida tus palabras pequeño humano…y conviértete de una vez en un hombre.

El escritor...

Se levanta cada noche a escribir, porque los sueños le atemorizan. No son pesadillas, pero en la mañana, al abrir los ojos, se desvanecen como la gente que habitó su pasado. Se desvanecen inexorablemente, como el color de los letreros en la carretera. Se desvanecen con cada intento de aprehenderlos. Como el cigarrillo que se fuma mientras escribe.
Se levanta cada noche a escribir, porque prefiere soñar despierto, y no olvidar nunca cada detalle de sus personajes. Trata de describirlos, pero las palabras no los contienen. Solo viven durante el acto de la escritura. Solo entonces alcanzan su mayor claridad y sus acciones cobran su completo sentido. Solo mientras escribe los mundos se conforman. Porque tras cada punto final se pierden en el vacio del papel y ya nadie podrá ver lo que intentó escribir.
Se levanta cada noche a escribir. A imaginar las pequeñeces de las grandes hazañas. Los detalles de una puerta que transporta a las personas al mundo de la locura. Las diminutas rallas, marcas de viejas batallas en las botas de un cazador. Imagina las complejas maquinas que con la delicadeza de un artista instalan las venas, huesos y músculos artificiales de la androide que le quitara el sueño a un desesperanzado hacker.
Se levanta cada noche a escribir porque la noche es luminosa. Porque de noche brillan infinitos soles dispersos en el universo. Como pecas en el pecho de una pelirroja. Como la arena que se eleva junto a las olas. Como flores en el desierto.
Se levanta cada noche a escribir, porque lo necesita. Porque escribir es para él cavar un túnel en las sombras. Es remover las rocas de un derrumbe. Ordenar sus pensamientos y reconstruir su vida.
Se levanta cada noche a escribir, porque así lo quiso quien escribe. Porque no es más que el sueño de otro escritor que no puede dormir esta noche.

Sobre el miedo...

Las dudas y los temores se esconden como pastelones levantados o soretes sobre el pavimento. Tan a la vista que no les prestas atención hasta que resbalas sobre ellos.
Me lleno de dudas si, de miedos que bloquean la imaginación. De desinspiración. ¿Exalación? La vida es así supongo, llena de momentos de caer en la oscuridad, de la destrucción absoluta. Llena de empezar de nuevo y cagarse de susto ante las salidas de las autopistas.
Caminamos a ciegas todo el tiempo pero a ratos nos sentimos seguros, creemos que seguimos un sendero, siempre el correcto. Hasta que metemos el pie en el lodo, nos clavamos alguna astilla o nos muerde un perro callejero.
Hay quienes están seguros de seguir el camino correcto, glotones metafísicos, místicos obsecionados con viejas teorías sobre el sentido de la vida.
Pero he aquí mi única teoría sobre la sabiduría. Si el alma no es eterna la vida no tiene sentido. Si el alma es eterna es porque siempre cambia, porque siempre hay algo que aprender. Si existiera una verdad absoluta, la eternidad no seria necesaria, estaría limitada. Si el universo tiene N años, y hemos tenido X reencarnaciones o lo que sea, en Z años mas, habremos aprendido todos los B misterios que tiene la vida.
Me niego a creerlo. Si dios existe, no es el mismo que creó la tierra hace millones de años, no piensa igual y no conoce lo mismo. Todo cambia y buscar lo absoluto es absolutamente absurdo.

El misterio de la vida se vive, porque ahora es uno y mañana sera otro. Por eso tenemos miedo, y por eso dudamos, porque ante cada duda nos reinventamos. Ante cada dolor reconstruimos nuestra perspectiva y con nuestra nueva visión cambiamos por completo el curso del universo.

Aunque puede que todo lo anterior sea mierda. Porque yo sigo aquí sin una gota de inspiración, sin un dibujo y sin paz en el espíritu. Por suerte mi corazón todavía explota cada vez que escucho su voz y me recuerda que sigo vivo.

El hogar

mi casa está donde estás tú
los mismos ojos, la misma luz
mi casa está donde estás tú
los mismos clavos, la misma cruz
los mismos clavos, el mismo ataúd.
Me alejé de la gran ciudad hacia una mas pequeña. Dejé atrás la urbe infinita para caminar por las estrechas calles que recorrí durante 17 años. Me alejé de un lugar ajeno para llegar a otro igual de ajeno, y entonces me pregunté donde estaba. Vi rostros familiares que ya no conocía. Abrazé gentes que ya no eran las mismas. ¿O era yo el que había cambiado?¿Podía un hombre cambiar en tan poco tiempo? Vine en busca de un lugar familiar, pero descubrí que en realidad no tenía nada. Paredes limpias que no guardan ningún registro de quien fui. Ningún recuerdo, ninguna foto. Esta mañana observe mi pieza en la casa de mis padres y me di cuenta de que nunca fue mía. Nunca colgué nada en la pared, ni puse nada sobre mi velador. Nunca escribí sobre la madera, ni escondí secretos en mi cajón de ropa interior. Nunca hice de este lugar algo mio. Hoy note que no tenía patria, que no heché raíces, que estoy parado en un muelle esperando el barco que me llevará al lugar al que pertenezco.
Caminé por la ciudad en medio de la noche, en la soledad absoluta que sólo puede encontrarse en pequeños lugares como este. Caminé en la ciudad de los recuerdos de mazapán. De las rodillas peladas, del olor a pasta de soldar y a estaño derretido. Caminé por la ciudad donde nada emocionante puede suceder. La ciudad que me enseñó a soñar en grande, porque cualquier cosa que pudiera conseguir en mi vida estaría lejos de mi pueblo. Si me iba a ir, entonces que fuera por algo enorme.
Y en medio de la oscura penumbra que dejó la sombra de la tierra cuando el sol de recostó del otro lado, vi su luz. Vi sus ojos de fuego y su sonrisa explosiva. Bastó un segundo en el que se le escapó esa mirada, que siempre oculta y que tengo que sacar a fuerza de besos y palabras - de caricias y palabras -, para que supiera que habría siempre una buena razón para volver.
Dos semanas pasé en esta ciudad hostil que sus caricias convirtieron en un hogar. Y me dejé cubrir por su piel de magia y tierra, y de mi bolsillo saque el viejo lápiz con el que una vez dibuje su recuerdo, y con él retiré pacientemente las escamas con las que se cubrió para que no le volviese a hacer daño. Y aunque el dolor nos golpeó como la tormenta, finalmente volvimos a ser lo que fuimos, lo que siempre fuimos.
Hoy no soy más que un cerdo camino al matadero, no soy más que un hombre apuntando a su oponente, preguntándose que mierdas hace ahí. Y no me queda más que volver a la ciudad de la furia a extrañarte. A planear el regreso a casa.