Sigan ustedes...

(Hormiga y sorete)


Alaben los nuevos tiempos

de mentiras a raudales.

Alaben la ciudad

de sonrisas de botox.

Alegrense del hormigón que pisan

sin ensuciarse de tierra.

Enorgulléscance del progreso

pues el hombre no tiene mas luchas.

Vivan el día a día

compadeciendose del sin techo

porque hoy ustedes no lo son.

Beban las imágenes de las que se sienten parte

y sientanse tranquilos de que la verdad

valga menos que ese llanto ahogado

que viene de una habitación en las alturas.

Amense a si mismos y no sacrifiquen su felicidad.

Exigan siempre más,

porque hoy son concientes de cuanto valen.

No desperdicien tiempo,

que la juventud no dura.

Busquense algo en lo que ganar dinero

no importa lo que sea.

Ambicionen la tranquilidad

de una vida asegurada.

Jamás se aten a nadie

porque todo va y viene.

Amen a todos los que puedan

y que dios los libre de pensar siquiera

en amar a uno sólo.

Por supuesto, no olviden que tienen alma

Cultívenla en sitios web esotéricos,

leanse las cartas,

sigan día a día el horoscopo del periódico,

prendan velas, inciensos

y bañense en sales termales.

Lean a buda, la bilblia, el corán,

seguirlos no es necesario.

Coman sano, té verde y

mucha fruta transgenica bien lavada

¡cuidado con las bacterias!

Laven bien sus manos, usen condón

y nunca hagan el amor en una cama desecha.

Programen sus hijos y recuerden:

ellos no seran felices

sin los más modernos juegos estimulantes

y por seguridad, talen los arboles de sus patios

y encloren bien el piso.

En fin, disfruten cada momento

que la felicidad no dura.

No se enfrasquen en dicotomias absurdas

y lean poemas de Neruda y Mistral

¡que bonitos que son!

Sigan asi, continúen el camino

que tomó la humanidad.



No, no... Por mi no se preocupen.

Vayan ustedes

yo me quedo a tratar de ser persona...

¿Quién?


¿Qué oídos sentirán mis pasos en la escarchada noche?
¿qué ojos evitaré cuando los mios se cansen?
¿qué indiferencias se voltearán cuando grite mi rabia?
¿en las madres de quienes me cagaré cuando añore mi inocencia?
¿en qué hombros lloraré las lágrimas que hoy se amotinan?
¿quién recogerá los pedazos rotos de mi voluntad arrancada?
¿quién drenará el veneno de mi herida?
¿entre qué gentíos pasaré inadvertido?
¿a quién culparé de mis errores?
¿sobre qué rostros grises escupiré cuando me aburra de seguir caminos?
¿quién limpiará por mi las copas rotas de los brindis patéticos?
y, cuando el sol se eleve tímido en el horizonte,
¿quién reconocerá mi cuerpo consumido de vida?

¡quién!...

Ese hombre...

Si se pudiera escribir sobre ese hombre. Escribir y describirlo bien. Si se pudiese describir a ese hombre caminando en medio de la noche. Si se pudieran describir las diminutas gotas que arrastra la niebla que atraviesa y que le congelan el rostro. Si pudiera dibujar esas manos metidas en los bolsillos de la chaqueta, sudando frío y temblando. Si pudiera mostrarte su corazón bombeando miedos y el cigarro que se graba en su piel. Si tan sólo pudiera escribir sobre ese hombre, que no es sobre quien estas leyendo, ni es aquel que escribe, porque el que escribe siempre es un hombre que se eleva un poco de la tierra. Un hombre que ve de lejos para depurar el dolor, para escribir sobre lo que siente. Entonces no es él el que sufre, sino uno distinto, uno que busca palabras en un océano blanquecino.
Si se pudiera escribir sobre las sensaciones, las ideas, sobre eso que es y que no puede ser descrito y se desperdician mil palabras intentando darle una forma que no le pertenece, porque las palabras no son nada y a nada pertenecen. Si pudiera contar que hay un hombre, ahí afuera, soñando con una piel en la que un día se refugió y añorando unos ojos que ya no brillan por él. Pero nadie sería capaz de comprenderlo ni en lo más mínimo, porque no se puede escribir sobre lo que existe.
Si hubiera alguna forma de aprehender las sensaciones, si hubiera un medio para plasmar la esencia de las cosas, si tan sólo pudiera escribir sobre ese hombre. Ese hombre.
Pero ese hombre se pierde en el contorno de los signos, ese hombre no es ni el blanco del papel ni el negro de la tinta, no está ni en los puntos ni en la palabra que viene a continuación.
Ese hombre se aferra a las palabras como yo lo hago ahora, pero nunca serán suficientes para mantener junto a él eso que no quiere perder, porque, como yo y como cualquier hombre que escribe, está lejos y forma parte de una realidad impalpable para quien lea o escuche.

Teniamos

teníamos fe,
teníamos pelotas de goma,
teníamos desayuno en la cama y un beso antes de dormir,
teníamos ojos atentos siempre sobre nosotros,
teníamos brazos que nos levantaron,
teníamos caricias sobre los moretones,
teníamos oportunidades de errar,
teníamos una cama en la que meternos cuando el mal acechaba,
teníamos sonrisas por montones,
teníamos un mundo, no tan grande ni tan pequeño,
teníamos sueños que colgamos de las nubes,
teníamos un corazón que bombeaba tinta
y unos ojos que acogían el olvido,
Teníamos magia, teníamos manos, teníamos piernas
y otro par de cosas que parecían nuestras.
Las vendimos, las olvidamos, se las ha llevado el viento.

Ahora sólo tenemos un espejo que nos devuelve a la memoria todo lo que hemos perdido y la sensacion constante de que algo hicimos mal.

Era uno de esos pueblos donde todo está cubierto de una fina capa de polvo.
Las casas estan cubiertas de polvo
Los autos estan cubiertos de polvo
La gente esta cubierta de polvo
Los perros estan cubiertos de polvo
Los amantes estan cubiertos de polvo
sentados en bancos cubiertos de polvo
La vida esta cubierta de polvo...

Como el cachorro al que la vida le ha quitado lo adorable, y ahora derme en el patio, siempre fiel, siempre solo.

La llanura infinita - Parte II

Lo miró a los ojos, y con una palabra le derrumbó. No hacía falta más, bastó con que ella le dijese algo para que lo perdiera todo. Y se sentó en la hierba, o más bien cayó sobre la hierba. Y la llanura infinita no le pareció más un camino sino una prisión. Y le pareció tan fácil mandar todo a la mierda, porque ya no sentía nada más que dolor y cuando el dolor se apodera del cuerpo de un hombre como un cuchillo atravesado en diagonal desde las costillas hasta el corazón, y, sin poder morir, la respiración se torna una tortura, entonces pocas, o ninguna cosa importa. Intentó sentir el viento, pero, como ya mencione, sólo sentía dolor. Intentó mirar a otra parte, pero lo único en su mente era una silueta perdiéndose en el horizonte. Una silueta, la de ella. La de ella que se alejaba. Se alejaba y con ella todo cuanto importaba. Se llevó su alma, su lealtad, su sentido. Ya ni siquiera había una escalera dibujando el paisaje, ni montañas a lo lejos, no había nada más que la inmensidad de los cardos meciéndose con tranquilidad. Y el silencio que lo devora todo.

Se quedó ahí largo rato, y en la soledad que lo consumía lloró, no fue un llanto largo, ni abundante, sólo unas lagrimas cancinas que se deslizaban quemando sus mejillas. Se las seco rápidamente y comprendió que no podía seguir adelante. Ella se había llevado lo mejor de él y ya ni la escalera tenía la más mínima importancia. Y supo lo que tenía que hacer. Se puso de pie y volvió a caminar. Lo arreglaría todo y la buscaría en la llanura infinita, así tardara mil vidas.

El sonido del mundo se pierde en el vacio de la noche
y en ese momento en que la luna se eleva sin ser vista
oigo el susurro del tedio
y entonces ya no siento nada
solo nostalgia de tiempos mejores