Aveces...

Aveces sonríe. Sólo aveces.
Dicen que está loco
y él sabe que es así
pero esa no es excusa.

Mira, se pierde y piensa,
analiza, olfatea y escucha.
Lleva consigo la maldición de todos los hombres
pequeños animalejos parlanchines
que no paran de convertir en palabras el mundo

Aveces sonríe, cuando se pierde
cuando fija la vista en algo lejano
y recita poemas sólo para él
en medio del solitario gentío.

Aveces sonríe, cuando la recuerda
cuando se sumerge en el dolor
y se deja envolver por el infinito asombro
de haberse sentido amado.

Aveces sonríe, cuando es nada
cuando el tiempo flota distante
y las cosas valen lo que vale un suspiro
o un diente de león arrastrado de oriente

Aveces sonríe, se muerde la boca y sonríe
porque en el fondo no hay razones para sonreír
por más que le quieran hacer creer
que no le falta nada.

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