En noches como estas, en las que sufro cada grano de arena que atravieza la cintura del cristal, el mañana me parece aun mas falso que el ayer.
Desde la terraza se ven los edificios, como totems ancestrales aguardando algo. Miran el horizonte, ajenos por completo al paso del tiempo y a todo lo que en sus entrañas se entreteje. Sordos, mudos e incapaces de ver algo mas pequeño que a ellos mismos, los edificios no notan que la gente trama algo. Dentro, la semilla de la rebelión crece. Afuera, la tierra empieza a lanzar sus gritos de guerra...
0 comentarios:
Publicar un comentario