Cómo en los recuerdos oxidados de un negro café,
contemplé de pronto el derrumbe de los optimismos.
La sustitución incansable
de los sueños por ilusiones planas.
La servil adaptación del hombre
a las condiciones por él mismo creadas.
Y me pregunté,
si nos acercábamos inevitablemente
al momento en que dejaríamos de hacernos preguntas.
¡Baja de ahí Dios!
nos debes una explicación
creaste a diestra y siniestra y nos abandonaste
en el séptimo día.
1 comentarios:
18 de noviembre de 2009, 9:10
... y sin embargo yo me sigo preguntando tantas cosas, no acepto ciertas realidades pues resultan frustrantes!
Publicar un comentario